La obra se inicia con las palabras de la duquesa Isabela, la primera dama burlada en Nápoles en la oscuridad de la noche, a la que don Juan no desvelará su rostro ni su nombre. La única información que se transmite al espectador es el desengaño de Isabela al descubrir que el hombre al que se ha entregado y al que le está enseñando el camino de salida de sus aposentos no es su prometido, el duque Octavio, sino un impostor que se niega a desvelarse ante la luz que pide la dama, como podemos ver en este fragmento de la obra:
ISABELA:
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Quiero sacar
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una luz.
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DON JUAN:
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Pues, ¿para qué?
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ISABELA:
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Para que el alma dé fe
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del bien que llego a gozar.
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DON JUAN:
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Matárete la luz yo.
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ISABELA:
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¡Ah, cielo! ¿Quién eres, hombre?
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(vv. 9-14)
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Escuchemos a continuación la recreación de este episodio:
Texto: Tirso de Molina (1579-1648)
Música: Manuel [de] Egüés (1657-1729)
Nueva York. The Hispanic Society of America
Don Juan se ha aprovechado para llevar a cabo su burla, como sobrino de don Pedro Tenorio -embajador de España en Nápoles-, de la hospitalidad del rey de Nápoles y de la oscuridad de la noche. De este modo, se ha hecho pasar por el prometido de Isabela para gozarla, y una vez descubierto el engaño y deshonrada la dama, don Pedro tendrá que esforzarse por ocultarlo, no sin antes dirigir a su sobrino las siguientes palabras:
Di, vil, ¿no bastó emprender
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con ira y [con] fuerza extraña
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tan gran traición en España
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con otra noble mujer,
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sino en Nápoles también,
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y en el palacio real
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con mujer tan principal?
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¡Castíguete el cielo, amén!
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(vv. 77-84)
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De este modo, con tal de proteger la honra de Isabela y la suya propia, don Pedro facilitará la hábil y rápida huida de su sobrino:
DON PEDRO:
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Pues yo te quiero ayudar:
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vete a Sicilia o Milán,
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donde vivas encubierto.
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DON JUAN:
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Luego me iré.
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DON PEDRO:
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¿Cierto?
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DON JUAN:
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Cierto.
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DON PEDRO:
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Mis cartas te avisarán
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en qué para este suceso
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triste que causado has.
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DON JUAN:
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(Para mí alegre dirás.)
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Que tuve culpa confieso.
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DON PEDRO:
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Esta mocedad te engaña.
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Baja, pues, ese balcón.
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DON JUAN:
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(Con tan justa pretensión,
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gozoso me parto a España.)
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(vv. 108-120)
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Podemos entrever en algunos fragmentos una de las principales características del personaje: su carácter desafiante y desobediente. El trabajo arduo quedará en manos de don Pedro, que tratará de tapar la deshonra y evitar el castigo del rey a Isabela.
La huida de don Juan conecta con el nacimiento del mito propiamente. Se trata todavía de un hombre sin nombre cuando naufraga en el mar Mediterráneo y son descubiertos tanto él como su lacayo Catalinón en las playas de Tarragona por Tisbea, una pescadora que "como personaje femenino de égloga piscatoria, es una desamorada" (Navarro, 2003:12). En la siguiente audición se recogen los versos de la obra de este episodio:
Texto: Tirso de Molina (1579-1648) / anónimo
Música: Cristóbal Galán (ca. 1620-1684)
Segovia. Archivo de la Catedral
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